Los días se pasan iguales (o casi)

– Esta semana dejé mi trabajo, una cosa que venía repitiendo y postergando muchas veces, tal vez por comodidad, o que se yo, esta vez me vi forzado a hacerlo.

– Lo que vi en televisión no es nada comparado a esto. Crees que lo sabes, pero no tienes idea.

-Dejamos de lado la mesa por algunos instantes, y comimos sobre la tabla de planchar, compartimos la comida, nos miramos, la pasamos bien… los tres.

– Salsa, salsa, salsa, más salsa… acabo de recordar porqué no me gusta… sin embargo, que increible que unas personas estén haciendo esto que percibo en este mismo instante y frente a mis ojos…

L: Señor buenas noches, ¿cómo esta?
P: Buenas noches L, ahi…
P: Dime L, ¿tu me aprecias? ¿…me quieres?
L: Claro don L, claro que lo aprecio y mucho.
P: Entonces, ¿tu me puedes hacer un favor?
L: Dígame nomás…
P: ¿Tu me puedes dar un cañonazo?
-a L se le transforma el rostro y su expresión va cambiando palabra con palabra
L: ¿Cómo dice?
P: Que si tu me puedes dar un cañonazo!
L: Pero señor, ¿cómo me puede pedir eso a mi?, no diga eso por favor…
-L se acerca a la cama y se funde en un abrazo con P
L: -al borde de las lágrimas- Si lo quiero pero no me pida eso…
P: Quiero que alguien me de un cañonazo… pero de *costa
-L aún conmocionado, estalla en risa mientras con los dedos intenta secar la humedad de sus ojos…

*Cañonazo es un Chocolate de la marca Costa

– …como dencorub vencido… calienta pero no penetra…

– Presión, presión, trabajo, presión, no hay tiempo… fatiga… estress… es cuatro… es cinco… es seis….

-No más dudas, hay que arriesgar, hay que hacer, hay que intentar, hoy es el día… mejor hay que dormir… zzzzzzzzzz

(cuando despierte, allá vamos!)