Lo que no debes hacer un Lunes

Ayer fué un día singular, para variar, no desayuné y me fuí a trabajar, al regreso a mi casa a eso de las 11 am me encontré en el camino con Leo y Diego, Diego es linguista y acababa de llegar del Cuzco, me kedé para conversar un poco, pero ellos ya estaban tomando una cerveza.

Poco a poco fuimos incrementando el número de botellas dejándo de lado los «deberes» y entablando sendas tertulias sobre cualquier tema que nos pareciera trascendente. Ya habíamos tomado más de 4 «margaritos» cuando decidimos venir a mi casa, para poder oir música mientras hablábamos. Nos instalamos en mi dormitorio, como ya es costumbre, pusimos música y seguimos dialogando, ahora el tema principal era la música, y poco a poco salieron a desfilar los discos de bandas de metal, heavy, thrash, death, black, bandas como cannibal corpse, obituary, sepultura, slayer, celtic frost, isengard, bathory, mortem, deicide, death y un largo etcétera.

Seguimos bebiendo y conversando mientras nuestras palabras se volvían cada vez más inintelegibles. A lmorzamos y continuamos en las mismas, con la música a altísimo volumen, jamás las bestias gritaron tan fuerte en mi creative 5.1 con subwoofer.

A golpe de 7 de la noche Diego tuvo una idea genial (para el), como ya el sueño invadía a Leo (y a mi) nos volveríamos a la banqueta cerca de la tienda de Matías, para degustar un ron.

Bendito ron, tres horas mas tarde y ebrios como cubas, Diego nos propuso llamar unas amigas y hacer una orgía en la casa de Leo, al inicio me mostré escéptico, nunca he participado de una orgía y no tenía idea de cual sería el resultado de esa reunión en el estado en que nos encontrábamos, pero en fin, siempre hay una primera vez; además el contacto femenino más cercano que tengo es la almohada con tetas que me «fabricó» israel.

Accedí, accedimos, entonces Diego nos dijo que se trataban de meretrices, y que había que ir a buscarlas a un antro de esos que tienen luces navideñas todo el año, al inicio no me gustó la idea, pero ya estaba en el carro y no me iba a tirar para atrás.

Ya cuando estabamos a menos de una cuadra, Diego desvió el camino, y se dirigía en sentido opuesto, le advertimos que al lugar donde se dirigía es frecuentado por homosexuales y no por mujeres, a lo que el ya sin ningún prejuicio alegó que era lo mismo, y que solo quería «tocarles el culito».

Nosotros entre risas le dejamos saber que no estabamos dispuestos a continuar con la empresa, pero que tampoco lo dejaríamos ir solo, por lo tanto su única salida era acompañarnos de regreso a casa (para este momento nos percatamos que Diego ya no podía sostenerse en sus piernas).

Lo que siguió fué una travesía, entre risas, amenazas, jalones, algunas caidas (ahora entiendo donde me torcí el pie), tratando de llevar a las buenas y a las malas a Diego a su casa, pero el tio ya estaba completamente fuera de control.

Finalmente conseguimos traerlo hasta el parque, donde lo dejamos en libertad para que haga lo que le diera la gana.

Recuento de daños:
– Mi cuarto kedó hecho mierda, lleno de ceniceros con puchos, chapas de cerveza, cenizas por todos lados.
– Yo tuve que pasar más de medio día con una resaca y dolor de cabeza increibles.
– Un pie torcido.
– Y una idea clara en la cabeza: No vuelvo a chupar con ese huevón.