despertando…

No se que hago yo despierto desde las 8, si me acosté cerca de las 2 o serían las 3? Bueno, acabando esto me voy a dormir otra vez, o talvez empiece con el trabajo pendiente.

Anoche mientras venía a casa, subí a una combi que venía a La Marina, y en la Av. Pardo subieron 3 niñas, tenían diferentes edades pero asumo que la mayor de ellas tendría 12 o 13 años; una de ellas llevaba una bolsa de caramelos casi vacía, primero se hicieron las duras, no querían pagar el pasaje, pero luego una de ellas, la más pequeña, sacó un billete de 10 soles, y pagó por las 3, hasta ahí, triste pero cierto, un espectáculo al que la mayoría estamos acostumbrados (aún en contra de lo que deseáramos). El vehículo marchaba lentamente y yo venía adormitado, luchándo por no caer en la tentación, quedarme dormido, y a lo mejor pasarme de mi destino (como ya me ocurrió algunas veces).

De pronto, me despiertan abrúptamente unas risas, las niñas que se reían, pero de una manera extraña, traté de fijarme bién, y entre las mangas de sus abrigos, tenían bolsas con terokal, el cual inhalaban sin contemplaciones, el hecho me kitó el sueño instantáneamente, empecé a mirarlas, y a notar que a pesar de que algunas de las personas se percataban de todo, nadie decía nada, ni el cobrador, ni los pasajeros. Me kedé mirándolas y pensando cómo podría ayudarlas, mi primer pensamiento fué quitarles esas bolsas de pegamento, pero luego pensé, si claro, para que cuando se bajen se compren una más, incluso gastando posiblemente el dinero que usarían para comer (añadido al hecho de que suelen tornarse violentos, y aunque tengan 13 años, pueden alegar cualquier cosa en mi contra (yo estaba bebido)), «hablarles» pero qué atención me prestarían en medio de ese viaje tóxico?, «ya se, las llevaré a la comisaría, al serenazgo» para ke? para que pasen la noche quien sabe en una comisaría o quien sabe que cosa? «las invitaré a comer»…

El olor del pegamento estaba por todo el carro, y ya me dolía la cabeza, sentí ganas de vomitar, me bajé para hacerlo, y ellas siguieron su camino, tomé un taxi a casa y me acosté.

Yo me gasté no se cuántos soles en cervezas y cigarros, me comí una «Bembos» con gaseosita de 10 lukas, mientras ellas vendían caramelos y jalaban terokal, sin que a nadie le importe. …me sentí un hijo de puta.

P.D. Lo olvidaba, la reuna estuvo muy bien, aunque llegué tarde.