Sueño 5 (Desolación)

Estoy en un paisaje desolado, como un desierto pero no es de arena, sino de tierra muerta, aquella tierra que se pega en los zapatos cuando caminamos sobre ella, es de noche y está muy oscuro, tan oscuro que no puedo ver lo que hay a mi alrededor. Junto a mi está mi madre que aunque no participa mucho de la acción me acompaña haciéndome saber que no estoy solo.

Mi casa, no se si se puede llamar casa, son solo cuatro columnas y un techo en una parte, el resto de la casa intenta estar cercado por una cerca de madera que ya está destruida por varios lados. Una de las paredes es la propia cerca de madera de un metro y medio de altura, cuyas tablas están sujetadas por sendas amarras que evitan que se separen, el otro lado de la pared, está hecho por trapos viejos, muy sucios de tierra y de grasa, como la grasa negra que hay en los motores, está tan cubierta de suciedad que asemeja su grosor al de las pieles de algunos animales, y los pedazos de tela están cosidos con un hilo muy grueso. El viento ondea aquel grueso y sucio telar que cubre la parte de atras de la casa, lo zarandea como si fuera papel, y se cuela por todos los agujeros que tiene, y por debajo, y por los lados, lanzando una nube de polvo que ciega, hay polvo y viento por todos lados, esto es terrible, la noche no tiene luna y ni siquiera una sola estrella, el viento se está llevando nuestras cosas y mi mamá y yo vamos de un lado a otro trayndo las cosas que se lleva el viento.

La noche está terriblemente fría y el viento sopla enfurecido, es dificil mantenernos en pie, por eso nos arrastramos por el suelo, y con los ojos casi cerrados para que el polvo no pueda entrar, estamos juntos tratando de evitar que el viento arrase y se lleve las pocas cosas que todavía nos quedan. La casa está ubicada en la cima de una zona montañosa, por un lado tenemos un desierto muerto, y por el otro tenemos un barranco rocoso, por donde viene la gente extraña para robarnos seguro, veo mis antiguas sillas de madera de lado en el suelo, siendo arrastradas por el viento, y trato de mantenerlas en casa, son momentos de mucha agitación, el viento nos está atacando enfurecidamente y poco a poco se lleva nuestras cosas; de pronto vuelvo a oir las voces horribles de la gente que intenta subir por el barranco, son tres o cuatro, tengo el recuerdo de ellos, son viejos, muy viejos, y vienen vestidos con harapos como nosotros, sucios, vienen subiendo por las rocas lentamente, escalando con su lampara, ellos parecen no sentir el viento, y tengo miedo, mucho miedo, vienen gritando y hablando cosas que no comprendo, los escucho pero no comprendo; entonces luchándo contra el viento trato de subir a la azotea; tenemos una escalera de mano de soga trenzada, que flamea al viento, con mucho trabajo subo a la azotea y recojo unas rocas que empiezo a lanzar contra los hombres que suben y se ecercan a la casa, mientras tanto mi madre lucha contra el viento y la veo muy cansada; yo no dejo de arrojar piedras y hacer ruidos para espantar a los hombres que estaban subiendo; ellos al ser atacados retroceden y se van, perdiéndose en la noche.

Vuelve la calma, sigo acostado sobre la azotea siento el viento sobre mi, miro a mis pies y está nuestra azucar expuesta al viento que se la va llevando, y hay también pan y mantequilla pero principalmnte lal azucarera destapada dejando saliur el azucar y entrar el polvo, muy rápidamente trato de tapar la azucarera, para no seguir perdiéndo el azucar; tengo que volver al primer piso para seguir cuidando nuestras cosas, desciendo rápidamente y alcanzo una silla que era arrastrada por el viento. Tengo mucho miedo, y vuelvo a sentir las voces de los hombres que suben por las rocas hacia mi casa, con lagrimas en los ojos intento subir nuevamente a la azotea para auyentarlos, de pronto�?�
Despierto.