Canción
Ella me cantó una canción, y ya no quiero morir. Mis lagrimas bailaron temblorosas al compás de su voz.
Asà fue la ultima noche, frÃa noche de invierno, camino a la estación, tres de la mañana creo, y la oscuridad solo servÃa para que perros y locos hurguen entre la basura, regándola por toda la calle.
Hace tanto tiempo que pasó y parece que fue ayer, unas cervezas muchos cigarros, y un corazón casi insensible, que se esforzaba por no olvidar sus sueños, arrebatados en una noche que lentamente llegaba a su fin, porque los sueños que vuelan alto terminan escapándose, y los que no aprenden a volar se pierden en este jardÃn, junto con la amargura de los sueños que no pueden ser de verdad, naufragan en la desesperanza, o pierden sus alas de cera y se convierten en parte del odio de este mundo.
Ha pasado mucho tiempo desde que cantaste para mi, tanto tiempo que casi puedo recordarlo todo claramente; no recuerdo que cosa cantabas, no podÃa entender lo que decÃas porque mis lagrimas y mi saliva me arrancaban las ganas de escucharte, y bastaba tomar tus manos y ver tus ojos llenos de noche para saber que esto no terminaba allÃ, y hoy lo se.
Recuerdo que no te gustaba hablar de la muerte, y cada vez que lo hacia decÃas que yo era oscuro, me encantaba que dijeras eso, aunque en el fondo me entristeciera el no poder hablarte de mi sin que me juzgues, creo que siempre tuve miedo a la muerte -y hoy es mas fuerte- y hablar de ello era una forma de no ir a su encuentro.
Y que poco a poco me fuiste dando razones, no para vivir, solamente para no morir. Me gustarÃa tanto sentir como tu sientes, creer en lo que crees, saber lo que tu sabes.
Recuerdo que te gustaba «Canción para mi muerte» de Sui Generis, me gustaba cantarla para ti, y me gustaba ver como te esforzabas por tocarla en la guitarra, y yo solo sonreÃa, era feliz, intentabas cantar, tal vez sin conocer todas las palabras, y eso era algo especial, al menos para mi lo era. No se porqué te gustaba esa canción, o tal vez si, tal vez me creÃas cuando te decÃa: «todo es asÃ, todo está condenado a morir», solo que ahora… ahora yo tengo miedo de la muerte.
Ya en la estación todo fue muy pronto, querÃa abrazarte y besarte mas que nunca, pero tonto como siempre, no se porqué, solo un abrazo un pequeño beso y «cuidate mucho». Al salir no me sentÃa tan mal, «tengo cosas que hacer, muchas cosas». Nunca hice nada de lo que debÃa.
Recuerdo que al regresar al cuarto encontré todo como la noche anterior, botellas en el piso, colillas de cigarro, y cenizas de esperanzas calcinadas con su propio fuego, una guitarra embarrada de recuerdos, la huella de tu mano en mi pared, una cama con sabanas sucias de noches de amor mojadas en alcohol, y alumbradas por la luz de la oscuridad; enciendo un cigarro y me siento a ver como el fuego lo consume, asÃ, poco a poco, el humillo blanco se vuelve parte de la nada, parte de esta mañana incompleta.
Me cantaste una canción, para mi, y hoy no quiero morir. Ha pasado ya no se cuanto tiempo pero todavÃa siento tus manos acariciando mis miedos, en un taxi con la noche a cuestas y el tiempo mordiendo los corazones, porque ella tenÃa que irse, a vivir sus sueños, porque yo no formaba parte de sus sueños, debÃa irse como llegó, un dÃa de invierno, con el sucio cielo de color gris que tiene esta ciudad; asà como llegó, regalando una sonrisa.
Prometà buscarte, solo para ver tus ojos tiernos que no pueden llorar, que no necesitan parir una lagrima húmeda y frÃa; para ver tus labios exprimiendo un cigarrillo, que antes de escapar al cielo toma el tiempo para robarte un beso sin que te des cuenta, para probar de tus ganas de vivir, para darte lo que no tengo, para darte lo que soy.
Hace frÃo, tal ves es la mañana más frÃa de este veloz invierno, pronto estaré contigo, me lo dice mi corazón, y cuando el corazón te habla solo tienes que escucharlo, y tu sabes eso, porque si no hubiéramos escuchado al corazón no habrÃamos contado esta aventura.
Nunca estaré contigo… me lo dice mi corazón y una sucia mancha roja que estalló en mis brazos, embarrando las sabanas, y corre de mis manos estrellándose violentamente contra el suelo.
Y pienso… no hace tanto tiempo, realmente son solo unas horas desde que te fuiste, y ya no soporto el vacÃo; solo unas horas y me estrangula la angustia, la soledad…
Ella me cantó una canción y ya no quiero morir, y tengo miedo, y ya casi no puedo sostener esta botella rota entre mis manos, solo tengo frÃo y puedo escuchar a mi corazón que late cada vez más lento. Te espero allá.
*Escrito en el 2000
ser humano
Music & Design & Photo & Bike.
Test, fail, learn, repeat.
Yo te canto cuando kieras, bueno, cuando mejore de la garganta =) (y aunke lo haga mal)
Ã?l me cantó una canción y yo mientras le escuchaba me puse a dibujar… Lo primero que me pasaba por la mente, una sirena.. asà era como el me llamaba. Me encanta oirlo cantar, hace volar mi imaginación y me lleva a su lado.. me arropa con su voz.. es como si sus sonidos me estuviesen abrazando. Me encantaba cuando me cantaba.. Ahora ya hace mucho q no lo hace y echo de menos eso.