Concierto de Iron Maiden en el Estadio de Ferro, (Buenos Aires – Argentina)

Preludio
Luego del cambio de hotel, a medio día ya estaba completamente listo para enrumbar al estadio de Ferro, había quedado con Javier en pasar por su depa a las 4, así que tuve unas 4 horas para caminar y perderme sin rumbo en la ciudad, como tengo estómago emotivo comprenderán que ese sía no pude ni almorzar, no me dio ni pizca de hambre. Así que pasé po algunas tiendas y me encontré con las remeras de Maiden «Made in Peru» la marca «Dark Side» una idéntica a la que yo tenía en la maleta llegaban a costar 50 pesos (casi 50 soles) y a mi la mia me costó 18 soles en el «Mercado de Santa Rosa».

El viaje
Hice una caminata de unas 4 horas haciendo tiempo para llegar a la hora convenida, una vez ahí, Javier me entregó mi entrada al concierto, ya casi no podía de la emoción y aún faltaba lo mejor. No estaba seguro que me dejaran pasar la cámara, así que decidí dejarla en casa de Javier, por suerte existe un registro fotográfico del concierto y tan pronto como reciba las direcciones estaré actualizando este post.

Pude por primera vez en mi vida ver el tan nombrado subte y montarme en uno de los trenes (en realidad en más de uno, porque hicimos una «combinacion») para dirigirnos al estadio, me gustó mucho el sistema de subtes aunque algunas personas que viven en Buenos Aires dicen que son una mierda.

Javier conoce bien las rutas del subte, así que subimos el subterráneo con dirección a Primera Junta así en unos minutos estábamos en el barrio de Caballito, luego de una caminata de unas cuadras siguiendo a la manada (completamente identificables por las remeras de Maiden) a eso de las cinco de la tarde estabamos finalmente, frente a la larguisima cola de ingreso al estadio Ferrocarril Oeste que ya alcanzaba al menos 4 cuadras.

En la entrada del concierto también se podía comprar «remeras» (como era de esperarse) pero yo quería ver si en el interior del estadio habían objetos oficiales de la banda. Poco a poco empezó a avanzar la cola y mientras eso llegué a ver personajes de lo más pintorescos, esto combinado con el sentido del humor de la gente en la cola, hacía que no nos dieramos cuenta del tiempo. Pero igual estaba bastante alterado, estaba a punto de presenciar a la banda que me cambió la vida, 20 años después.

Mientras esperábamos para entrar conocimos un che que había comprado su entrada de reventa, pagó por ella 180 pesos y como el decía, tenía las bolas en el cuello por el miedo de que la entrada fuera a ser falsa. También encontramos un gringo que venía de ver a Maiden en Colombia y los vería también en Buenos Aires, conversamos sobre los conciertos, sobre Maiden, sobre la gente que pasaba, luego lo encontraríamos dentro del concierto pero lo perdí de vista completamente al iniciar la presentación de la Doncella.

La cola avanzó bastante rápìdo, en la puerta estaban los malévolos elementos de seguridad revisando y requisando toda suerte de objetos, como no llevaba prácticamente nada pude ingresar de inmediato, no siendo este el caso de algunos sujetos transformados literalmente en ferreterías ambulantes, cadenas, remaches, y accesorios que me hizo preguntarme que tan cómodo les sería portar todo ese fierro encima, en fin, como sea; al ingresar me dirigí a la tienda donde estaban las remeras, las cuales estaban a la venta por un precio de 50 Pesos. No llegue a fijarme en los detalles de la manufactura de los productos puesto que le perdí el interés desde el momento que vi que el modelo que yo quería comprar ya estaba agotado. Así que compramos un vaso de pepsi por 5 pesos y nos fuimos a esperar, sentados en el campo que iniciara el concierto.

Nos habíamos ubicado a unos 25 metros del escenario, en la parte central, ligeramente a nuestra derecha, supuestamente desde esa ubicación podríamos ver todo el espectáculo. El estadio poco a poco fue llenándose al punto que tuvimos que ponernos de pie y descubrir que no entraba ni una aguja en el recinto. También pudimos comprobar algo que nos tenía preocupados desde el día que compramos las entradas: El promedio de altura de los asistentes era mayor al nuestro, por lo tanto tendríamos una dificultad extra, como alguien dijo por ahí en el estadio «Cagaron los petizos»

El clima estaba favorable, templado, obvio que se acentaba un poco el calor por la cantidad de personas que se encontraban en el lugar, pero en general hubo luz solar hasta pasadas las 8, en algún momento de la noche divisé una bandera peruana como a unos 20 metros de donde me encontraba, pero se me hacía bastante dificil movilizarme en el mar de gente que me rodeaba, supuse que se trataba de Cesar pues me había enterado que traería una bandera peruana, en todo caso, pensé que una vez comenzado el concierto me sería más facil movilizarme en esa dirección por la empujadera que se formaría.

Lauren Harris
El tiempo seguía transcurriendo y la gente empezaba a desesperarse, yo, estaba tan emocionado que casi no me daba cuenta del tiempo (si no fuera por el dolor de pies), hasta que por fin, pasadas las 8 empezaron a escucharse algunos instrumentos «la prueba de sonido», la gente enloquecía con el mínimo movimiento sobre el escenario. Pasó poco más de media hora más para que por fin apareciera en escena Lauren Harris, la hija del bajista de Iron Maiden Steve Harris, ni bien empezó la primera canción el estadio se vino abajo, todos saltando, hasta los que sabíamos de que iba la música de la linda vocalista, histeria colectiva. Luego de unos acordes el público se calmó completamente y empezaron a darse cuenta que Lauren Harris no había seguido el camino musical de su padre, sino que hacía un hard rock, pop rock, happy rock que en varios pasajes me recordó a Avril Lavigne, esto empezó a generar molestia en el público (estaba previsto) quienes empezaron a gritar toda clase de insultos, hasta que todo Ferro a una sola voz le gritaba Puuuuuta, puuuuta, puuuuuta! no puedo negarlo, yo también quería que se largara de una vez y que saliera su viejo, y no es que su música sea tan mala, pero todos ahí habíamos ido para una sola cosa: Iron Maiden, y Lauren Harris fué la sacrificada de la noche.

Durante la presentación de Lauren la marea de gente empezó a empujar, yo estaba casi al lado de Javier y acordamos encontrarnos en los baños químicos al final del concierto en caso nos separáramos, y justo a tiempo porque la siguiente ola me llevó al menos 10 metros del lugar donde estuve inicialmente, no podía parar y solo tenía que seguir la corriente, en ese momento ya no llegaba a ver donde estaba Javier, así que decidí concentrarme en el concierto y encontrarnos donde habíamos quedado. Con la empujadera ni me di cuenta cuando se fue Lauren Harris, pero al instante la corriente se hizo más fuerte, ya que el momento estaba cerca.

We shall go on to the end…

!Que venga Maiden la puta que los pario! que venga Maiden la puta que los parió! todo el estadio a una sola voz, pidiendo por el inicio del show, un rato después de que terminara Lauren Harris, se encendieron las pantallas que estaban a ambos lados del escenario y hubo un desfile de fotos de la banda, al tiempo que por los parlantes se escuchaba Doctor Doctor de UFO y luego Transilvania de la Doncella, al instante me di cuenta que estaba empezando, después de 20 años el momento había llegado y tenía el corazón latiendo a mil. Iba a ver y oir a Iron Maiden.

Como esperaba, después de un par de temas empezó el discurso de Churchill, y de pronto estalló «Aces high«, el estadio enloqueció, todos empujando para adelante llegué a estar a unos 10 metros del escenario y pude ver toda la banda, fue un momento increible, paradógicamente el primer disco que oi de maiden fue el «Live After Death» y parecerá trillado pero volvieron a mi mente todos los recuerdos de aquellos tiempos, no paraba de saltar y corear las canciones, después vino «Two minutes to midnight«, pero cuando estaba por terminar una fuerza incontenible me empezó a empujar hacia atrás y no podía salirme, empecé a alejarme del escenario y terminé en el kiosko que estaba ubicado en la parte posterior, con los empujones me empezó a faltar el aire así que tambien empujé hacia atrás, buscando un lugar para poder respirar. Las cosas atrás no estaban mejores que adelante, la gente comenzó a buscar salida para encontrar un respiro y empezaron a empujar contra las paredes que separaban el campo de la tribuna, por un momento pensé que algo malo pasaría, por suerte pude refugiarame detrás de la consola, donde nadie empujaba y pude tomar aliento mientras tocaban “Revelations” y de pronto empezó «The Trooper«, cual soldado de la armada, ahora o nunca y contra todos me volví a meter a la masa con dirección al escenario, avanzaba dos pasos y retrocedía uno, no podría tomar una dirección fija puesto que la masa se movía a un ritmo descontrolado, solo había una cosa clara, tenía que entrar, tenía que volver a la parte de adelante, así que segí avanzando poco a poco mientras la Doncella hacía sonar las primeras notas de «Wasted Years» en ese momento tenía los ojos casi inundados, por lo que esta canción representaba para mi, casi sin poder ver seguí empujando para tratar de ganar distancia. Cuando tocaron “The number of the Beast” las cosas no se presentaban muy favorables para mi, si bien es cierto había avanzado un poco estaba detras de una muralla de mastodontes que no me dejaban ver mucho, pero tampoco podía ir hacia otro lado, así que traté de ver lo que pude saltando y apoyándome en las personas que tenía adelante.

Cuando empezó «Can I play with Madness«, no pude moverme de donde estaba, solo gritaba a todo pulmón y agitaba los puños en el aire, finalmente cuando tocaron «Rime of the Ancient Mariner«, las cosas estaban bastante más tranquilas, detrás del escudo humano que me protegía pero no me dejaba ver, había gente que iba hacia atrás, así que debían estar dejando espacios libres adelante, empujé un poco y logré avanzar otros 10 metros, la escenografía me encantó, el fondo y Dickinson vestido con un atuendo tétrico recitaba las estrofas de la Historia del viejo Marinero, en la parte lenta de la canción la gente se tranquilizó y no paraba de aplaudir a Harris, ya viene, ya viene, «vamooooo vamooooo» gritaban los argentinos, explotó la segunda parte de la canción y tenía espacio como para sacudir la cabeza un poco, me encanta esta canción, es una de mis favoritas y es considerado el primer tema épico de la banda. ¡Scream for me, Buenos Aires! Scream for me, Argentina! y de pronto empezó a sonar «Powerslave» y todo el estadio volvió a saltar, ya para este rato no empujaban tanto, todos saltando al ritmo de la canción y Dickinson con la máscara que caracteriza esta canción, definitivamente Powerslave es mi disco favorito de los Maiden.

El show continuó con «Heaven can’t wait» y en el transcurso de esta canción subieron un grupo de personas ganadores de un concurso a corear la canción, pero sorpresa, había gente arriba con la bandera de Perú, por un momento pensé que se trataría de Cesar, pero luego vi que no era el. Continuaron con «Run to the Hills» y el estadio era un infierno, «…run for your livesss…» coreando las estrofas me di cuenta que realmente había que correr por nuestras vidas, fué un momento cumbre cantando a todo pulmón y pensando como hacer para poder llegar más adelante y no morir asfixiado.

Cuando empezaba a sonar «Fear of the Dark» ya sabía lo que pasaría, fue cantada de principio a fin por los miles que estábamos en el estadio, en ese momento me cordé de Javier y pensé que estaría cantando de lo lindo, ya que es una de sus favoritas, todos saltábamos y se sentían algunos empujones de gente que salia o entraba, cuando en medio de la canción logré divisar un poco más adelante y a la derecha un vacío, un círculo donde solo se veían algunas cabezas, ¿se estarán peleando?, ¿habrá algun herido? saltando al ritmo de la canción logré avanzar un poco más a unos 30 metros del escenario, ya podía ver todo claramente, otra vez.

Al terminar Feark of the Dark, llegó un momento mágico en el concierto, «Iron Maiden» y la aparición de la mascota de la banda «Eddie«, un cyborg de unos 3 metros de alto que se paseaba por todo el escenario, la gente gritando Eddie, Eddie, y así terminó la presentación de la banda.

Pero como era de esperarse, la cosa no terminaría ahi, MAIDEN! MAIDEN! MAIDEN!, y regresaron a terminar lo que habían empezado, a esta altura yo ya sabía lo que venía, y lo esperaba con ansias, traté de avanzar un poco mientras no estaban en escena. Presentaron a la banda, y la gente coreando el nombre NICKO! NICKO!; regresaron al escenario y Murray trajo consigo una guitarra acústica «…Seven deadly sins, seven ways to win..» Dickinson pidió una ovación para Lauren Harris y luego continuaron «… Seven are your burning fires, seven your desires…» y empezó «Moonchild» otro de mis sueños hechos realidad cuando de pronto una masa me empuja hacia mi izquierda, al voltear vi el mismo vacío que habia visto desde más atrás, avancé un poco en esa dirección y encontré el «Mosh Pit» unas 20 personas corriendo y saltando con toda la libertad, aire y espacio del mundo, y con una vista insuperable del escenario, la gente que los rodeaba se había abierto formando un círculo de unos 5 metros de diametro donde el pogo era desenfrenado pero no agresivo, así que sin pensarlo me lancé, me quité la remera y la agitaba en círculos en el aire mientras corría de un lado al otro, tenía todo el aire del mundo y veía todo en el escenario, el concierto iba a terminar y no iba a dejar un segundo sin disfrutar, tocaron «The Clairvoyant» y yo pogueando y cantando, tocando con la «air guitar» y feliz a más no poder, finalmente, un tema que me encanta y para cerrar el concierto «Hallowed by thy name» gasté hasta mi último aliento coreando esta canción, viendo a una de mis bandas favoritas (si no la más) tocando una de mis canciones favoritas (si no la más). Terminaron el concierto lanzaron las baquetas y unas puas, y poco a poco la temperatura bajó a pesar de la gente que pedía un bis.

A la salida del concierto me dirigí a los baños, donde me encontré con Cesar y otros amigos peruanos, luego llegaría Javier y nos tomaron unas fotos cerca del escenario y con la bandera peruana.

Decidimos salir comer algo, algo de carne, una vaca entera pues el hambre había llegado (al menos para mi) de manera abrupta. Luego de una caminata y espera de algunas horas para conseguir transporte nos fuimos a comer un asado, y a conversar un poco del concierto y de como habíamos llegado al punto donde nos encontrábamos, una velada muy entretenida que terminó cerca de las 4 de la mañana para mi, aunque las calles de Buenos Aires están vivas hasta las 7 de la mañana.

Up The Irons!